#6

Cuando cierro las pestañas
hay un juez entre mis sienes.
Un juez que conduce, que obliga y guía,
a veces tiene tu cara y a veces no tiene ni ojos.

Me emborrono la mirada,
abro a palanca mis córneas
y me dejo llevar por la corriente, por las manos,
por las yemas blandas tapándome hasta que sueno,
como el motor cansado de la puerta automática cerrándose.

Sabes que mi agua no se corta,
que me adapto demasiado para romperme 
en el ondear de los gestos y las máscaras.

Estás o te vas,
según la rabia y el día,
pero en mi fondo
solo queda puro fuego,
un pozo de llamas,
el calor de la fiesta de tu coño y su recuerdo,
los vacíos, altiplanos y precipicios
mientras me decanto por los bordes del teclado
mientras te busco
como Tommy a Grace

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