#5

Llego a casa puesto
y pienso, ingenuo, en desfragmentar los rayos de tu sonrisa,
los matices del aire de un suspiro;
en hacerlos palabra y darte una coraza,
como el estampado blanco y negro
que cubre mi piel pálida
cuando salgo a bregar con el Sol.

Cierro los ojos y me veo ardiendo
porque mañana me harás ceniza,
porque en las rugosidades de tu cerebro te soy infiel.
No obstante,
lo que me dejas entre los dedos los sábados es ambrosía
y qué cara me la vendes:
como harina y caballos,
a precio de aliento, de pasión.

Pero llega el lunes!
Y salgo de casa con el buche hueco
-porque tú sigues hinchá-
y me paso la semana pensando en el calentamiento global,
en el océano de tentaciones de tu piel,
en insinuarle al glaciar el sabor de tu hielo azul.

Hasta que vuelve el finde y el colocón:
la vida pasa demasiado rápido, 
que no pase de éste que me lo hagas bien lento,
antes de que arda hasta la palabra
y me olvide de renacer.
.

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