#4
Me hierves;
calcinas mis necesidades y tacto.
Me quemas las manos
hasta que solo puedo tocarte el alma.
Cada trazo de tus manos es una válvula,
un alivio,
una abertura para mis córneas,
me pintas las líneas
hasta que me ahogo en tus iris.
No sé si mi límite es el cielo o tu piel,
si el mínimo es el caleidoscopio,
un muro o un río subterráneo.
Quisiera caber entre tus bordes
entre los destellos de la noche en tu pelo
y transito por las fronteras del núcleo,
por los cauces de tu amor
bregando con la ropa que me contiene.
Yo ya no quiero ser poeta,
quiero comprar sin mirar el precio,
aullar;
el olor acre en mis manos
después que hagamos el amor.
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